A diferencia de otras entrevistas previas, esta se hizo de forma asincrónica. Durante el mes de abril tuvimos la alegría de que nos reciba Tomas Rautenstrauch en la Filmoteca de Narcisa Hirsch y, en otra oportunidad, nos encontramos con Lucía Ciruelos en un café del barrio de Monserrat. Sin embargo, ambos fueron por demás generosxs a la hora de contar su experiencia en la filmoteca y su vínculo afectivo con Narcisa. 

Café, una variada colección de libros, DVDs, CDs, una mesa de inspección con dos planas y, al fondo, un espacio específico para conservar lo que parece ser el fundamento de la filmoteca: una sala equipada con dos aires acondicionados que funcionan a tiempo completo para preservar películas.

Tal como es evidente en varios de sus trabajos audiovisuales, Narcisa había compartido con los afectos más cercanos su pensamiento sobre la muerte y la necesidad de que sus películas sean cuidadas más allá de su propia existencia. Como nos cuenta Tomas, nieto de la artista, la Filmoteca tiene su origen, al menos en el plano de las ideas, en Narcisa y en sus ganas de otorgarle una vitalidad a todo eso que había producido y, que, a su vez, parecen haberse empalmado con los deseos de Tomas por gestar un espacio de encuentro para aquellxs interesadxs en el cine experimental. Películas en super 8 y en 16 milímetros, entre cortos y largometrajes, componen mayoritariamente la producción de Narcisa, pero también dentro de su colección se pueden encontrar películas de Marie Louise Alemann, Juan José Mugni, películas vírgenes y otras que la artista coleccionaba.